sábado, 20 de marzo de 2010

Caminar, caminar y caminar

l medio natural y más conveniente para trasladarse de un lugar a otro es caminar. Para ello la Naturaleza nos dotó de piernas y pies. Sin embargo, sea por pereza o por adicción al automotor no todos las utilizamos adecuadamente. Para conservar en forma nuestro cuerpo y consecuentemente nuestra psiquis el camino es sencillo: una buena nutrición, el cuidado de la salud particularmente en sus aspectos preventivos, descansar saludablemente, asear nuestro cerebro y corazón de ideas y sentimientos negativos y practicar el ejercicio físico.
El atletismo, la gimnasia, los deportes, el yoga, los aeróbicos etc... son útiles pero lo único necesario es practicar, sin sobreexigir al organismo, un caminar altivo y alegre.
No se trata de correr sino de caminar moviendo brazos, manos, articulaciones y desechando las preocupaciones.
Tal ejercicio puede hacerse durante todo el día, evitando actividades sedentarias prolongadas; si estamos es la oficina no es necesario que nos parqueemos horas enteras en una silla pudiendo pasearnos un poco por la sala, yendo a tomarnos los tinticos a la cafetería donde podremos compartir además con otros y aprovechando las interrupciones para hacer algo de ejercicio; podemos, para hacer mandados y trámites, usar en lo posible nuestros pies.
Pero todos deberíamos caminar en el fresco de la mañana tempranera por lugares adecuados a nuestras capacidades, lejos del ruido y la contaminación, desechando el teléfono celular, aparato enemigo de la tranquilidad interior que obliga a llevar todas las preocupaciones en el bolsillo.
Durante este agradable ejercicio aprovechemos para gratificar nuestros sentidos.
Evitemos los radios transistores e ipods para poder saborear el delicioso silencio y la armonía universal de la naturaleza (plantas, animales, viento, torrentes...).  No utilicemos demasiada ropa para poder deleitar nuestro tacto con las caricias de la brisa, del rocío y de la vegetación. Respiremos pausadamente el aire con sus variados perfumes. Contemplemos la vegetación con sus variopintas y multiformes hojas, flores y frutos. Protejamos y no arranquemos las flores y plantas de los lugares públicos para que también otros congéneres disfruten de ellas. Observemos los paisajes con sus tonos y cambios de luces y colores y también las bellezas humanas que nos acompañan.
Si está permitido ir acompañados de mascotas observemos reglas a veces molestas pero necesarias para la convivencia como el necesario bozal. Cuántos problemas y hasta tragedias se evitarían con ello!  Y llevemos la bolsita para recoger sus excrementos.
Al terminar nuestro periplo no cometamos el error de retornar a casa en carro con ventanas cerradas y aire acondicionado pues volveremos a contaminar nuestros pulmones. Evitemos gratificar nuestro esfuerzo con una “fumadita” o con una “gaseosa”; lo conveniente es el agua y los jugos naturales.
A caminar pues todos los días con alegría y altivez, despreocupada y moderadamente, y a la medida de nuestras fuerzas. Caminar así es hacer el amor con la Naturaleza.

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